Después de la muerte de Juan Vicente Gómez (1935), Venezuela
se encontraba con una gran deuda
social, sobre todo en las áreas de salud pública y educación. Una significativa
parte de la población vivía en el campo en
ranchos de bahareque con techos de paja,
sin servicios de agua potable, ni
de excretas, con enfermedades endémicas como el paludismo, el mal de chagas,
etc. Por supuesto, sin educación. Un alto porcentaje de la población era
analfabeta. Vivían de lo que producía el campesino con su familia en una economía
de subsistencia. Era una sociedad que la historia había dejado atrás. En 1936 empezaron las grandes
transformaciones sociales en educación y salud. Se aumentó la población escolar
y se empezaron a construir edificaciones
ad hoc, principalmente en las ciudades capitales de los estados. Que, dicho sea
de paso, eran como pueblos grandes con
características rurales. Existían muy pocas escuelas y menos aún liceos. En la época de López
Contreras se crearon las escuelas técnicas que formaban técnicos medios, tal
como la Escuela Técnica Industrial que se hizo famosa porque de ella egresaron
técnicos en distintas especialidades que llegaron a ser, en algunos casos,
promotores de pequeñas y medianas empresas industriales en beneficio del país. Se
creó el Instituto Pedagógico de Caracas del cual salieron excelentes profesores
de educación media (bachillerato y normal). También se reconoció la educación privada como parte del
sistema educativo. En la época de Medina Angarita aumentó la población escolarizada
y continuaron construyendo edificios para escuelas y liceos con modelos tipos
que todavía se conservan en todo el territorio nacional. También se construyó
la Ciudad Universitaria de Caracas, sede de la Universidad Central de Venezuela
y se diversificó la oferta de nuevas carreras.
El déficit de institutos educacionales persistía, así como el analfabetismo.
A partir del gobierno de Betancourt se masificó la educación en todos sus
niveles, proceso que se mantiene todavía. Disminuyó el índice de analfabetismo,
uno de los mecanismos para lograr tal fin fue el sistema “Acude. Te estamos
esperando” para enseñar a leer y escribir que, por cierto, el gobierno de
Chávez llevó a Cuba como un aporte en sus
intercambios. Estos fueron grandes logros que beneficiaron a una parte de la población,
pero nos quedamos atrás en cuanto a la calidad de la educación. Todos los
gobiernos han aplicado políticas y métodos educativos según las distintos
avances en la materia, en algunos casos, incorporando las innovaciones en
métodos y procedimientos (enseñanza por objetivos, ahora está en boga por
proyectos, etc.) pero que no se han sentido como verdaderos avances en la
calidad. Debemos reconocer que durante
el gobierno de Marcos Pérez Jiménez el
acceso a la educación media y universitaria era más exigente. Los aspirantes
debían presentar exámenes de admisión durante una semana. Las evaluaciones
semestrales y finales se hacían mediante tres pruebas: escrita, oral y práctica
(en las materias que lo exigían). Eran eliminatorias. Si no se aprobaba la
prueba escrita, no se pasaba a las otras. Se trataba de mejorar la calidad de
la educación, pero no sabemos si había otros mecanismos adicionales, como
formación de los docentes y atender sus necesidades laborales, etc.
Ahora, en 2015, todavía existe una deuda social en este aspecto y es una
rémora para el país. El hambre y la ignorancia son como heridas, dejan su
huella a lo largo de toda la vida. Se pueden paliar, pero quedan las
cicatrices. Cuando no tenemos profesores especialistas en algunas materias y
los estudiantes no logran cursar los programas correspondientes, cuando los
maestros y profesores no son escogidos por su experiencia y formación
profesional, cuando no existen métodos de evaluación eficientes para medir el rendimiento
de los alumnos, etc. en general, el producto final del sistema, a nivel medio, en
muchos casos, no reúne los requisitos para superar la educación de tercer nivel y es causa de
muchos fracasos y deserciones del sistema.
En estos momentos, el gobierno nacional pretende masificar también la
educación superior, pero dejando a un lado la calidad. Formación universitaria sin
calidad significa pobreza y retroceso para un país y una gran estafa para los
estudiantes. Si leemos las ideas de nuestros Ministros como el de Educación que ha dicho que a los jóvenes hay que
mantenerlos en la pobreza porque si no van a querer ser “escuálidos”; ahora, el Ministro de Planificación y Conocimiento nos
hace ver el futuro que nos espera: “El
gobierno ha creado el ‘Sistema Nacional de Ingresos’” para la educación
superior, (entiéndase a la educación, no a los ingresos presupuestarios universitarios
pues no se ve voluntad de atender este problema). El objetivo de esta propuesta es que todas las Universidades públicas, incluyendo
las autónomas, tendrán que aceptar los estudiantes que le asigne le Ministerio
de Educación Superior para que no “…regresen ninguno de los cupos a ningún
mecanismo ‘perverso’ de asignación…”. Lo perverso se entiende entonces a las
pruebas de admisión, ya que las universidades no podrán seguir seleccionando a
los aspirantes a ingresar a las
distintas carreras, pareciera se busca eliminar la calidad de la educación
que se ofrece actualmente, ya que el nivel de conocimientos de los que se
incorporan a la educación superior, muchas veces, no satisface
la exigencias de las distintas carreras. (¿Conocerá acaso el Ministro
los índices de “repitencia” en matemáticas en las carreras donde se cursa esa
asignatura?) El Ministro de Planificación dice que para“… el Plan que presenta
de aquí al 2019, las universidades deben adecuar su oferta académica en función
del desarrollo que demanda el país… encauzar, direccionar la educación
vinculándola al desarrollo del país” y… ¿cuál es ese desarrollo? Como lo
propuso el anterior presidente en uno de sus planes: “adecuar el sistema
educacional al modelo productivo socialista”. Pareciera que la intención va más
allá: al orden ideológico.
No creemos que sean palabras banas. Pareciera que también es una estrategia
política para acabar con la autonomía universitaria pues, al incorporar todos
los estudiantes que ellos aspiran, se convertirían en promotores y defensores
del régimen. Hace ya varios años, el gobierno tiene paralizada las elecciones de las autoridades universitarias
porque pretende establecer el sistema de paridad para los electores. Esto es,
que todos los alumnos y empleados tendrán igual voto que los profesores para
decidir el destino de las universidades autónomas. Creemos que estamos en
presencia de un golpe mortal a la universidad autónoma, plural y universal.
Caracas, 15 de junio de 2015
Ligia Valladares de Salcedo
Artículo publicado en Reporte Católico Laico
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