mercredi 30 juillet 2014

PODEMOS SER PODEROSOS


Mensaje a la oposición venezolana

¿Acaso podrán caminar dos juntos si no están de acuerdo? (Amós 3, 3). Los desacuerdos, las diferencias, los puntos de vista distintos son normales y naturales, y son tantos, como tantas personas existan. Pero para lograr objetivos sociales, políticos y económicos que beneficien a la sociedad, en su conjunto, es indispensable que se busquen acuerdos básicos en los que participen, directa o indirectamente, la mayoría de la población afectada. Ese es el nudo que tenemos que desatar en Venezuela para poder solucionar la debacle que sufrimos. La estrategia de acción  pudiere ser el diálogo entre los actores que sean escogidos como representantes de los distintos grupos, organizaciones, sociedad civil organizada, Academias, estudiantes organizados e individualidades, que tengan un peso específico al momento de aportar ideas y de llevarlas a la práctica.

Leyendo una síntesis del mensaje del Papa Francisco a las XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, encontramos  que dice: “Dialogar significa estar convencidos de que el otro tienen algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas”. Ahora bien, debemos tener conciencia, al dialogar, que el tratamiento de los distintos temas no vayan en contra de los principios morales y éticos de los participantes. Eso no es aceptable. Y algo sumamente importante: debemos abrir nuestras cárceles particulares, que son semejantes a la cárcel donde Herodes hizo recluir a San Pedro, pero que en nuestro caso,  nosotros mismos   las hemos construidos con nuestros egoísmos, debilidades, intereses económicos, de poder, de ambición por detentar un cargo público de relevancia que pudiere significar la posibilidad de hacer negocios, la falta de honestidad y transparencia en el manejo de los dineros públicos, las conductas de triquiñuelas y negociados, etc. Los muros son tan altos y los barrotes son tan fuertes que nadie puede saltarlos  o romperlos, excepto nosotros mismos, que tenemos la llave para  abrir esa cárcel desde  nuestro interior. Quienes tienen el oficio de políticos que van a un diálogo deberían salir de sus cárceles individuales y grupales,  y entender que el bien común y las necesidades de la sociedad venezolana, y del país, son la prioridad en este momento. Lo primero es lo primero. Y, ¿qué es lo primero en este momento de nuestra menguada patria? Buscar una salida a la situación política del país que implique un cambio en su sistema económico,  social y político. Pareciera que quienes tienen vinculación directa con la política o con los problemas del país, están tan ciegos que no vislumbran que sus omisiones son parte importante de las causas de los males que padecemos. Es hora de que surjan los verdaderos liderazgos, no tanto de los que aparezcan en los medios de comunicación, como aquellos que tengan capacidad  de interactuar con los otros, poder de convencimiento, bien formados con valores y criterios; ingenio, ojo y olfato  para percibir   lo que hoy  se juzga indispensable; en fin, lo que hoy se le exige a todo aspirante a liderar organizaciones: que sean proactivos en función de un cambio de país.

Se lee en la prensa los siguientes comentarios entre distintos grupos: que la MUD tiene contactos con otros grupos políticos con quienes adelantan conversaciones; que los logros alcanzados por la MUD son muy importantes; que la MUD no representa al colectivo nacional; que hay unos cuantos grupos anárquicos sin cabeza visible, que algunos grupos de twiteros sin rostro pretenden  una salida de fuerza, etc. Es como se dice en criollo: “muchas manos en el mismo plato ponen el caldo morado”, pero bailando “un baile sin son ni ton”. También, se escucha cómo se debe confrontar la situación del país en este momento: esperar las elecciones del 2019, convocar una constituyente, llegar a acuerdos políticos con grupos del gobierno, una salida a través de los mecanismos que establece la Constitución, otros son partidarios de una salida de fuerza, etc.

La magnitud de la crisis es tal que pensamos que “para luego es tarde” y nos impele (o convoca) a todos a buscar una solución. Pensamos que debe hacerse un Acuerdo Nacional por la Libertad y la Democracia (siguiendo los consejos bíblicos del Profeta Amós), parecido al Pacto de Punto Fijo (que mucha gente ve como con grima, quizás porque no conocen bien las causas que lo originaron, o por la forma como se hizo política después de alcanzar el objetivo de salir del dictador Pérez Jiménez). La meta debería ser cambiar  este sistema político-económico. Esto implica un objetivo primordial: definir cuál o cuáles estrategias a seguir. No creemos que sea una sola . Para conseguir  la meta deseada es necesario integrar las diferentes estrategias (con sus motivaciones específicas) a fin de lograr la misión, pero con el apoyo colectivo para obtener el éxito. Se necesitan estrategas, planificadores sociales y mucho trabajo de todos quienes tengan algo que aportar. Es la hora de los verdaderos y valiosos líderes.

Pidámosle a Dios como lo hizo Salomón cuando fue escogido como Rey de Israel: “Dame, pues, a mí, tu servidor, la capacidad de juzgar bien y de decidir entre lo bueno y lo malo, porque si no, ¿Cómo podría gobernar este pueblo…” tan dividido y con tantos problemas? (1 Reyes, 3,7).

Solo unidos y con una meta común podemos ser poderosos.

Montreal, 17 de julio de 2014

Ligia Valladares de Salcedo

Artículo publicado en www.reportecatolicolaico.com