vendredi 10 juillet 2015

¡Sólo palabras! No creo

Después de la muerte de Juan Vicente Gómez  (1935), Venezuela  se encontraba  con una gran deuda social, sobre todo en las áreas de salud pública y educación. Una significativa parte de la población vivía en el campo en  ranchos de bahareque con techos de paja,  sin servicios  de agua potable, ni de excretas, con enfermedades endémicas como el paludismo, el mal de chagas, etc. Por supuesto, sin educación. Un alto porcentaje de la población era analfabeta. Vivían de lo que producía el campesino con su familia en una economía de subsistencia. Era una sociedad que la historia había dejado atrás.  En 1936 empezaron las grandes transformaciones sociales en educación y salud. Se aumentó la población escolar y se empezaron a construir  edificaciones ad hoc, principalmente en las ciudades capitales de los estados. Que, dicho sea de paso, eran como pueblos grandes  con características rurales. Existían muy pocas escuelas  y menos aún liceos. En la época de López Contreras se crearon las escuelas técnicas que formaban técnicos medios, tal como la Escuela Técnica Industrial que se hizo famosa porque de ella egresaron técnicos en distintas especialidades que llegaron a ser, en algunos casos, promotores de pequeñas y medianas empresas industriales en beneficio del país. Se creó el Instituto Pedagógico de Caracas del cual salieron excelentes profesores de educación media (bachillerato y normal). También se reconoció la educación privada como parte del sistema educativo. En la época de Medina Angarita aumentó la población escolarizada y continuaron construyendo edificios para escuelas y liceos con modelos tipos que todavía se conservan en todo el territorio nacional. También se construyó la Ciudad Universitaria de Caracas, sede de la Universidad Central de Venezuela y se diversificó la oferta de nuevas carreras.

El déficit de institutos educacionales persistía, así como el analfabetismo. A partir del gobierno de Betancourt se masificó la educación en todos sus niveles, proceso que se mantiene todavía. Disminuyó el índice de analfabetismo, uno de los mecanismos para lograr tal fin fue el sistema “Acude. Te estamos esperando” para enseñar a leer y escribir que, por cierto, el gobierno de Chávez llevó a Cuba como un  aporte en sus intercambios. Estos fueron grandes logros  que beneficiaron a una parte de la población, pero nos quedamos atrás en cuanto   a la calidad de la educación. Todos los gobiernos han aplicado políticas y métodos educativos según las distintos avances en la materia, en algunos casos, incorporando las innovaciones en métodos y procedimientos (enseñanza por objetivos, ahora está en boga por proyectos, etc.) pero que no se han sentido como verdaderos avances en la calidad.  Debemos reconocer que durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez  el acceso a la educación media y universitaria era más exigente. Los aspirantes debían presentar exámenes de admisión durante una semana. Las evaluaciones semestrales y finales se hacían mediante tres pruebas: escrita, oral y práctica (en las materias que lo exigían). Eran eliminatorias. Si no se aprobaba la prueba escrita, no se pasaba a las otras. Se trataba de mejorar la calidad de la educación, pero no sabemos si había otros mecanismos adicionales, como formación de los docentes y atender sus necesidades laborales, etc.

Ahora, en 2015, todavía existe una deuda social en este aspecto y es una rémora para el país. El hambre y la ignorancia son como heridas, dejan su huella a lo largo de toda la vida. Se pueden paliar, pero quedan las cicatrices. Cuando no tenemos profesores especialistas en algunas materias y los estudiantes no  logran cursar  los programas correspondientes, cuando los maestros y profesores no son escogidos por su experiencia y formación profesional, cuando no existen métodos  de evaluación eficientes para medir el rendimiento de los alumnos, etc. en general, el producto final del sistema, a nivel medio, en muchos casos, no reúne los requisitos para superar  la educación de tercer nivel y es causa de muchos fracasos y deserciones del sistema.

En estos momentos, el gobierno nacional pretende masificar también la educación superior, pero dejando a un lado la calidad. Formación universitaria sin calidad significa pobreza y retroceso para un país y una gran estafa para los estudiantes. Si leemos las ideas de nuestros Ministros como el de Educación  que ha dicho que a los jóvenes hay que mantenerlos en la pobreza porque si no van a querer ser “escuálidos”; ahora,  el  Ministro de Planificación y Conocimiento nos hace ver el  futuro que nos espera: “El gobierno ha creado el ‘Sistema Nacional de Ingresos’” para la educación superior, (entiéndase a la educación, no a los ingresos presupuestarios universitarios pues no se ve voluntad de atender este problema). El objetivo  de esta propuesta es que  todas las Universidades públicas, incluyendo las autónomas, tendrán que aceptar los estudiantes que le asigne le Ministerio de Educación Superior para que no “…regresen ninguno de los cupos a ningún mecanismo ‘perverso’ de asignación…”. Lo perverso se entiende entonces a las pruebas de admisión, ya que las universidades no podrán seguir seleccionando a los aspirantes a  ingresar a las distintas carreras,  pareciera  se busca eliminar la calidad de la educación que se ofrece actualmente, ya que el nivel de conocimientos de los que se incorporan a la educación superior, muchas veces, no  satisface  la exigencias de las distintas carreras. (¿Conocerá acaso el Ministro los índices de “repitencia” en matemáticas en las carreras donde se cursa esa asignatura?) El Ministro de Planificación dice que para“… el Plan que presenta de aquí al 2019, las universidades deben adecuar su oferta académica en función del desarrollo que demanda el país… encauzar, direccionar la educación vinculándola al desarrollo del país” y… ¿cuál es ese desarrollo? Como lo propuso el anterior presidente en uno de sus planes: “adecuar el sistema educacional al modelo productivo socialista”. Pareciera que la intención va más allá: al orden ideológico.

No creemos que sean palabras banas. Pareciera que también es una estrategia política para acabar con la autonomía universitaria pues, al incorporar todos los estudiantes que ellos aspiran, se convertirían en promotores y defensores del régimen. Hace ya varios años, el gobierno tiene paralizada  las elecciones de las autoridades universitarias porque pretende establecer el sistema de paridad para los electores. Esto es, que todos los alumnos y empleados tendrán igual voto que los profesores para decidir el destino de las universidades autónomas. Creemos que estamos en presencia de un golpe mortal a la universidad autónoma, plural y universal.

Caracas, 15 de junio de 2015

Ligia Valladares de Salcedo
Artículo publicado en Reporte Católico Laico