El día de las madres, nuestro
hijo que vive en Montreal y sus pequeños hijos canadienses, la niña de 8 y el
varón de 5, se comunicaron con nosotros por Skype (una consuegra me dice que el
Skype es el mejor invento del ser humano porque le permite ver a su nieto, tan
lejano, en cualquier momento). Nuestro regalo fue que nos cantaran la canción
llamada Venezuela (Pablo Herrero y José Armenteros, españoles) que se ha
convertido en el tercer himno nacional de Venezuela. La hemos oído muchas veces
en el extranjero y la sentimos de verdad como un himno. Me conmovió
profundamente, se me salieron las
lágrimas. La cantaron completa. Aunque viven en una región francófona, ellos
hablan perfectamente el español. Sienten a Venezuela como la viven sus padres,
y como lo que es: SU PATRIA que les está
vedada. Es un destierro voluntario. Y
así es, es la patria de ellos, de todos
los que se han ido y de todos los que la estamos sufriendo y, aunque nos duela,
también la de unos cuanto que se la
están “viviendo”.
¿Quién dijo que cuando unos
gobernantes llegan al poder la patria
son ellos? Es de todos, ¡caramba! Ellos
ejercen el gobierno en forma temporal, mientras dure su período de gobierno,
pero ellos no son la patria. Es de todos: los que aquí vivimos y de los que se
han ido. No nos la pueden enajenar, ni regalar a nadie, pues no es su propiedad
privada, lo que sí han podido hacer y, muy bien hecho, es vejarla, empeñarla y
traicionarla, con la peor de las traiciones como es la lesa
patria .Y también le han diezmado en los
valores morales y éticos de la población que es un crimen de lesa humanidad.
Ante la avalancha de gente que se
ha ido, que no son cuatro gatos, hasta fines del año pasado se decía que se
habían ido aproximadamente un millón ochocientas mil personas, pero en este trimestre se ha dado
una estampida feroz. Si en la UCV dicen que se otorgan aproximadamente 4000
certificación de calificaciones al mes, al año serán 48000, sin contar las
otras universidades públicas y privadas. Y esto es así mes por mes. ¿Por qué se
van? Son múltiples y a veces complementarias las razones: los que temen por la
educación de sus hijos; por la inseguridad;
porque no tienen perspectivas de su futuro profesional; porque sus
ingresos cada día valen menos, porque no soportan tanta humillación y tanto
dolor para poder conseguir los alimentos
básicos y, peor aún, las medicinas; porque no están encontrando médicos bien
formados, ni abogados, ni educadores, porque la educación va cobrando cada día
más los visos de la manipulación humana más detestable: la ideologización; por
la falta de puestos de trabajo. El primer empleador es el Estado y tiene su
clientela cautiva en sus seguidores o en los que pasan agachados por la
necesidad. En… fin es muy largo seguir
enumerando esos porqués.
Este es un desangramiento bárbaro
de Venezuela. El gobierno le importa un bledo, aunque de repente, con un aire
de cinismo extremo, dicen que los países extranjeros nos están robando nuestros
talentos. Aunque en esa constante alharaca sin sentido, algunas veces han dicho
: “ Y al que no le gusta que se vaya del país”, ¿Y por qué, acaso también no es
el país de todos ellos? Como si fuera
tan fácil tomar esa decisión. Estamos perdiendo
la sangre joven y la gente es como la savia de los árboles. Sin savia el
árbol no sobrevive. Sin ciudadanos, en especial, bien formados y preparados,
ese hermoso árbol que llamamos patria sobrevivirá muy mal, raquítico y
vulnerable.
A un país que tenía en 2010 aproximadamente veintiocho millones de habitantes ¿cómo le puede ser
indiferente perder casi dos millones de personas? No son exiliados analfabetas. Pongamos que un 70% de ellos tiene educación
superior. ¿Sabrá el gobierno cuánto
cuesta en dinero, esfuerzo, horas de trabajo, infraestructuras educativas,
sacrificios de los estudiantes y de sus padres para llegar a ser profesionales
universitarios? Es inconcebible que no tengan conciencia de lo que está
pasando. Fenómeno que ocurrió hace unos años en países como Bolivia, Ecuador,
Perú, Argentina, principalmente por factores políticos y económicos (cualquier
parecido con nuestra realidad es coincidencia). Y a esos países les ha costado
muchísimo recuperarse. Oportunidades perdidas para Venezuela y para tantos
jóvenes que se han embarcado en esa aventura y, por otro lado, el mal
manejo de los dineros públicos y la imposición de una sociedad comunista
castrista han producido un desgarrón como país.
¿Y el desgarro familiar? El dolor
de los hijos que se han ido. Es dramático. En una reunión íntima de un amigo
que cumplió 60 años y sus hijas vinieron del extranjero para acompañarlo,
tuvimos la oportunidad de preguntarles sus sentimientos a otros muchos de los presentes de lo que llaman hoy “padres
huérfanos”, porque cuando muere un hijo
no hay nombre que darle a los padres, ¿conocen por casualidad algún nombre que
los identifique? Porque si conocemos los de huérfanos, viudos(a), pero que unos padres
se queden sin hijos “no tiene nombre”.
Resumimos las respuestas:
De las negativas: Nos están quitando parte de la vida. “Terrible, gran
dolor, no estoy contenta porque están lejos”. “¡Desgarro!” Nos hace falta el
abrazo, el cariño, el apoyo de mis hijos y nietos”. Somos los padres huérfanos
de hijos. Muy fuerte sobre todo por los nietos.
De las conformes: Es mejor dormir tranquilo porque no están aquí a vivir
con angustia por lo que les pudiera pasar. “Tranquilos porque no están aquí”.
Los padres que ya somos viejos, es
cuando necesitamos más el apoyo, el abrazo, la comprensión, el auxilio de hijos
y nietos. Nos basta verlos por Skyype y estar informados por Whatsapp. Nos
contentan que estén bien y que, con el favor de Dios, puedan desarrollar todas
sus potencialidades y ser mejores padres, esposos y ciudadanos. Los que viven
en ciudades donde funciona la cohesión entre grupos de venezolanos,
personalmente hemos visto, concentraciones pidiendo reivindicaciones políticas y
sociales para Venezuela, hacer lobby con los políticos de allá, celebrar las
fechas patrias y las parrandas navideñas, se consiguen hasta los cachitos con
jamón, queso y otros ingredientes y restaurantes que ofrecen comida sin gluten,
es decir, con nuestras famosas arepas,
etc. Eso es nostalgia de la patria, de la familia, de los amigos, de los
olores, de los sabores, en suma, tratan de conservar, en la medida de lo
posible, lo que aquí les han arrebatado. La muy manoseada supuesta “patria” que
nos pregona el gobierno es la que pretenden imponernos con violencia y sangre.
Y eso no es patria, es pura y simplemente autoritarismo. Ese es el desgarrón
del país.
Caracas, 19 de mayo de 2015
Artículo publicado en Reporte católico laico
Ligia Valladares de Salcedo